DE LAS CARTAS DE PADRE PÍO: SER UNA FIEL HIJA E HIJO DE DIOS 

· Artículos

Estimados Amigos de Padre Pío,

¡Paz y bien!

Santo Tomás de Aquino dijo que una persona no puede seguir adelante en la vida sin tener consuelos de vez en cuando. Este teólogo y filósofo tan importante en la Iglesia nos apoya a lo que ya hemos sabido y experimentado. Necesitamos consuelos, afirmaciones y placeres de vez en cuando para nuestra estabilidad emocional. El problema viene cuando queremos estos “dulces” más que la comida sustancial. Cuando estamos apegados o dependientes de estos consuelos inordinadamente, es decir, en una manera que nos desvían del destino de nuestra unión con Dios, estamos en riesgo de ser esclavizados por ellos. La consecuencia es una insatisfacción y frustración sin fin.

Mantenernos en equilibrio emocional y espiritual es fundamental para vivir felizmente. No es fácil, por cierto, y la evidencia sobreabunda en el testimonio de tantas personas sufrientes e infelices en el mundo. Necesitamos modelos y personas para enseñarnos cómo hacer y mantener este equilibrio. Uno de estos modelos y maestros es Padre Pío de Pietrelcina y es precisamente en este tema que aconseja a su hija espiritual Herminia Gargani, en su carta a ella fechada el 17 de enero de 1917:

Déjate guiar amorosamente por la divina providencia, ya sea que te quiera hacer caminar por tierra y por desiertos, ya sea por las aguas de las consolaciones sensibles y espirituales. Ten en tu mano tu “bouquet” (perfume); pero, si se presenta algún otro olor delicioso, no dejes de olerlo, dando gracias, porque el “bouquet” se lleva para no quedarse por mucho tiempo sin algún consuelo y placer espiritual. Mantente firme en todas las situaciones a las que Jesús quiera llevarte para que tu corazón sea totalmente para él; no hay cosa mejor que ésta. Despójate, pues, de todas las cosas que te esclavizan, a base de renuncias continuas a tus afectos terrenos; y convéncete de que el rey del cielo te ofrecerá sus regalos para atraerte a su amor. Veo en tu corazón una resolución profunda de querer servir a Dios; y esto me garantiza que tú serás fiel en los ejercicios de la santa devoción y en el esfuerzo constante por adquirir las virtudes. Pero te recuerdo una cosa, que tú ciertamente no te das cuenta. Cuando te encuentres con fallos por motivos de enfermedad, no debes de ningún modo extrañarte, sino que, detestando por un lado la ofensa que Dios recibe, debes, por el otro, conseguir cierta humildad gozosa, al ver y conocer nuestra miseria.

Entre estos consejos de Padre Pío hay algunas sugerencias sutiles pero importantes. La primera y más fundamental es el desapego de las cosas terrenales. Este custodiar el corazón (llevar el bouquet o perfume) le da a uno libertad a encontrar a Jesús caminando por el desierto o por las veredas, en lo desagradable o en lo fácil. Es decir, cuando el enfoque de nuestra atención está en el “bouquet” que es el anhelo delicado y muy interior por Dios, estos otros atrayentes no nos desviarán con su oler, su perfume, o por su atracción. El punto importante es que estos otros perfumes nos pueden ayudar y aun son necesarios para no desanimarnos en nuestro camino a Dios. Entonces, esta preferencia por el bouquet de Dios no es un rechazo total de todo lo atrayente que no sea de Dios. Más bien, es una afirmación de la prioridad de Dios que conlleva una actitud de poder disfrutar debidamente los bienes de Dios en la creación como medios necesarios en nuestro camino a él y no sustitutos de él.

El segundo consejo de Padre Pío expresa la necesidad de humildad ante nuestras faltas. Dice no solamente un sano remordimiento, pero una humildad gozosa al ver y conocer nuestra miseria. Es la actitud de un niño que desobedeció a su padre y se lastimó. Está arrepentido y a pesar de su error está feliz porque sabe que su padre va a recibirlo amorosamente en vez de regañarlo. Digo recibirlo amorosamente porque lo importante para su padre no es el error de su conducta sino su hijo ahora con esta experiencia dolorosa que trae al momento. Sentirse aceptado a pesar de nuestra indignidad e incapacidad nos afirma la fidelidad y calidad del amor de Dios para con nuestra persona. No necesitamos justificarnos ante Dios, solamente ser sinceros y abiertos a su amor. El amor de nuestro Padre es un amor gratuito e incondicional. Así Dios nos ama y su misericordia nos anima a recibir su abrazo compasivo a pesar de haber cometido un error.

Un tercer punto es ¿qué hacer cuando algo sobrepasa nuestra capacidad normal de agradar a Dios? No queremos estar enfermos. Sin embargo, a veces lo estamos y así no tenemos el control emocional ni la paciencia acostumbradas y cometemos errores que no haríamos si nos sintiéramos mejor. Si podemos confiar en el amor misericordioso de Dios en estos momentos de vulnerabilidad, estamos dichosos. El hijo e hija de Dios sabe que puede contar con el amor de su Padre aun frente a los errores en momentos de debilidad.

Entonces, Padre Pío nos aconseja disfrutar la vida agarrando el boquete interior del amor a nuestro Padre. Sin soltar a Dios por nada vamos discerniendo por este perfume lo distintivo de Dios en contraste de los otros perfumes, y así lo mantenemos como la prioridad en nuestra vida. Con esta prioridad establecida, sin perjudicarnos, podemos disfrutar lo bueno, lo verdadero y lo bello en las demás criaturas; y cuando fallamos acudimos al abrazo amoroso y misericordioso de nuestra Padre en todo momento y en todo lugar. En fin, su fidelidad nos enseña cómo serle fiel.

Su servidor en Cristo Jesús,

Fray Guillermo Trauba, capuchino