DE LAS CARTAS DE PADRE PÍO: NAVIDAD EN TIEMPO DE PANDEMIA 

 

Escrito Por: Fray Guillermo Trauba OFMCap. 

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Estimados Amigos de Padre Pío,

¡Feliz Navidad!

Sin duda, la Navidad de este año no será como ninguna otra. El umbral de la muerte vestido del coronavirus pretende sofocar nuestro bienestar y reemplazarlo con miedo, inseguridad y enojo. Las compras, las celebraciones festivas y especialmente las reuniones familiares y navideñas corren el riesgo de ser ausentes o muy disminuidas debido al riesgo al contagiarse de repente por este ente que no hace acepción de personas. Tal vez, por esta razón, en este año más personas se encontrarán en la oscuridad, inseguridad y depresión. Sin embargo, Cristo luz del mundo, viene a nuestro encuentro a través de nuestra situación de oscuridad y desesperación.

Padre Pío ve que no todo sufrimiento es malo en cuanto a su finalidad. Dios permite el dolor y la prueba para purificar el alma y disponerla para su unión con él. La mortificación, penitencia y reconciliación es lo que predicaba san Juan Bautista. Ahora, al parecer, esta exhortación está siendo proclamada en otra forma por el virus Covid 19 para los que tienen oídos para oír y ojos para ver.

La función purificadora del sufrimiento es el tema de la carta de Padre Pío a su hermano religioso, amigo y director espiritual, Padre Agustín de San Marco en Lamis. Padre Pío expone, en una manera sorpresiva a nosotros, el papel del sufrimiento en las almas escogidas por Dios. Su carta a él está fechada en el 19 de diciembre de 1913; Padre Pío tenía 26 años:

Ante las próximas fiestas de la santa Navidad, le envío, con el corazón a flor de piel y con un afecto más que filial, mi sincerísima felicitación, rogando al niño Jesús le conceda la felicidad espiritual y temporal. ¡Acoja el niño que va a nacer mis pobres y débiles plegarias que, en estos días santos, le dirigiré, con fe más viva por usted, por todos los superiores, por el mundo entero!

¡Haga al fin descender un poco de rocío celestial a los corazones de aquellas almas afligidas! En este momento no tengo para ellas mensaje alguno que transmitirles; sólo digo que su situación es envidiable. Al verlas tan probadas, me alegro en el alma; y siento en relación con ellas una envidia santa, la de la emulación. Su situación, querido padre, sobre todo la de una de ellas, es tal en este momento que no están en situación de recibir alivio alguno, ni siquiera en las buenas palabras que yo pudiera dirigirles. Dios ha hundido su entendimiento en las tinieblas; ha colocado su voluntad en la aridez; la memoria, en el vacío; el corazón, en la amargura, en el abatimiento, en una extrema desolación; y todo esto es motivo de grandísima envidia, porque todo está orientado a predisponer y preparar sus corazones para recibir en ellos la imagen auténtica del espíritu, que no es otra que la unión de amor. Dios está con ellas; y, para convencerse de ello, debiera bastarles esa voluntad siempre pronta para dedicarse del todo a Dios y para actuar en su servicio y honor.

No todas las personas se benefician por medio de ser probadas. No todas buscan su refugio en Dios al sufrir. Para las que no , el sufrimiento las hunde y las lleva a la desesperación, en cambio las que sí, se benefician de las pruebas, están reconocidas por su empeño por Dios a pesar de la gran incomodidad que experimentan. Entonces, lo importante para cualquier persona que se encuentra en una situación de prueba y oscuridad es su abandono a Dios y dedicarse del todo a Dios en su servicio y honor. Esto lo hace en un acto de fe puro y sin consuelo. La pandemia nos ha arrancado de nuestro mundo de comodidades y seguridades y como niños hacemos berrinches y reclamamos a Dios por su aparente crueldad. Le exigimos devolvernos los dulces que hemos conocidos y nos contentábamos chupar. Sin embargo, nuestro Padre siempre permite lo que sea para nuestro beneficio y si tenemos confianza en su amor para con nosotros alcanzaremos a ver su sabiduría en su trato para con nosotros. Si no captamos esta finalidad de nuestro sufrimiento ni darle un sentido, estaremos a la deriva en la oscuridad.

Personas de fe ven y escuchan la predicación de Dios por su Palabra escrita, por el testimonio de la naturaleza, y en los acontecimientos de cada día. Ven a Dios siempre presente y siempre amando. Experimentan un deseo de arrepentirse y poner sus esperanzas en el Reino de Dios en vez del Reino de las cosas materiales y temporales porque ven lo inefable plasmado en la criatura, lo eterno en lo temporal, y lo espiritual en lo material. Tienen una visión unitiva de la acción de Dios como amor amando en su alrededor. Estas personas escuchan el grito del Espíritu Santo en su alma y usan las pruebas en su vida como oportunidades de amar y así purificar su alma para su unión definitiva con la belleza, verdad, y bondad que es Dios. Así ven el nacimiento de Dios como una luz verdadera que ilumina el portal por el cual nuestro Padre nos llama a pasar. Para ellos la Encarnación de Jesús es como una clave que da sentido a todo.

Hermanos y hermanas, en medio de la oscuridad más profunda de este año, reconozcamos la mano misericordiosa de nuestro Padre interviniendo en nuestra vida. Esta mano interrumpe nuestras rutinas y comodidades, no porque sean malas en sí sino porque ha venido el tiempo de escuchar el grito de la luz y de la verdad desde dentro de nuestra alma que nos reclama por el mal uso de las cosas y oportunidades que hemos recibido y ha acoger una llamada a vivir en plenitud. Solamente Cristo encarnado nos guía a esta plenitud. Aprovecharse de esta ‘llamada de atención’ depende de la decisión de cada uno. Dios nos está dando una oportunidad de retomar nuestras decisiones y de reestablecer nuestras prioridades en favor del Reino de Dios. Así esta Navidad puede ser menos cómoda, pero más transformante que todas las anteriores.

Su servidor en Cristo Jesús,

Fray Guillermo Trauba, capuchino