DE LAS CARTAS DE PADRE PÍO: LA BÚSQUEDA DE LA LLAMADA DE DIOS 

Escrito por: Fray Guillermo Trauba Capuchino OFMCap.

· Sermón,Artículos

Estimados Amigos de Padre Pío,

¡Paz y bien!

Conocer el destino o el sentido de la vida es la mitad de la batalla para llegar a su realización. La otra mitad son los medios que le ponemos, y estos pueden variar mucho. Por ejemplo, para construir una casa se necesita el plano, luego los elementos como son materiales, dinero, trabajadores, permisos, etc. Pensamos erróneamente que así con nuestros recursos podemos construir el Reino de Dios y nuestro lugar en ello. Pero Jesús ya nos indicó
que el camino y el destino es una relación personal con él, no recursos ajenos que podemos conseguir por nuestros “méritos”. Los medios adecuados también él nos los enseñó por su propio testimonio y enseñanza: guardar los mandamientos de amor a Dios y al prójimo. Hace falta nuestra iniciativa, que, en resumen, consiste en establecer una relación de amor y fidelidad con Dios y con la dignidad humana de cada persona.

Padre Pío sabía el camino de Dios para su hija espiritual,Raffaelina Cerase. Él sabía que Raffaelina padecía de cáncer de mama y que tenía un poco más de un año de vida. En una carta larga y profunda a ella, él le explica cómo enfrentar el dolor y miedo crecientes en su vida y cómo significarlo como un acto de misericordia del Padre celestial. El Padre Pío no
le dice las cosas específicas que le iban a pasar, pero la instruye en cómo resignificar sus sufrimientos como una purificación de su alma y cómo comportarse en su relación con Dios. Sus consejos finales a ella están incluidos en la última parte de esta carta a ella escrita el 9 de enero de 1915:

El conocimiento de los designios divinos sobre ti debe servirte, por una parte, para ejercitar tu alma en la gratitud hacia tan buen Padre, prodigando tu alma en continuas acciones de gracias al benefactor celestial, uniendo a este fin tus bendiciones a las de María santísima
Inmaculada, de los ángeles y de todos los bienaventurados moradores de la Jerusalén celestial. Por otra parte, debe servirte como de empuje, para no asustarte y no detenerte a mitad de trayecto, por las penas y los dolores que es necesario soportar para llegar a la meta de este largo camino. El Señor me ha permitido manifestarte todas estas cosas, sobre todo para que no estés insegura en tu carrera. Corre, pues, y no te canses; el Señor te guía y dirige tus pasos para que no caigas en este camino. Corre, te digo porque el camino es
largo y el tiempo es bastante breve. Corre, corramos todos, de modo que, al final de nuestro viaje, podamos decir con el santo apóstol: “Porque yo estoy a punto de ser inmolado, y el momento de partida es inminente. Yo he combatido mi combate, yo he terminado mi carrera, yo me he mantenido fiel”.

Notamos dos puntos importantes: Primero, la necesidad deconocer el camino, o sea, el sentido de la vida, la vocación de uno mismo, y la gratitud que este descubrimiento inspira. Se supone que por la integridad que constituye a un ser humano, este descubrimiento se da a conocer dentro de sí mismo y no afuera. Padre Pío le facilitaba a Raffaelina este darse cuenta del significado de los eventos de su vida en términos de su crecimiento espiritual
con Jesús. Este descubrimiento es difícil hoy en día debido a tantas distracciones, oportunidades, y actividades que se nos presentan cada día. Pocas veces procuramos el silencio y soledad necesarios para permitir la meditación y reflexión que nos introducen a la convocatoria de parte de Dios a sus hijas e hijos. Así que un director espiritual puede ser más necesario hoy que antes como recurso en el discernimiento de los acontecimientos que Dios
permite para el beneficio espiritual de uno, así como la necesidad de un psicólogo
en el desarrollo humano. Segundo, una vez dándose cuenta de su vocación, la persona puede y debe invertir sus recursos a afianzarla, y esto con prisa. La gratitud por haber conocido el camino y la esperanza fundada en llegar allí provoca una cierta intensidad en la búsqueda de Dios. Aquí hay que enfatizar la importancia de poner atención en el discernimiento de los medios adecuados. En el Reino de Dios lo importante son las relaciones interpersonales que son constitutivas de este reino. La arquitectura no es como aquí en el mundo donde el plano, los materiales, trabajadores, y permisos son los elementos esenciales en la construcción. Estas cosas son factores extrínsecos a uno. El reino de Dios no es estructurado de elementos extrínsecos a nosotros sino es formado por cosas intrínsecas como lo son nuestras decisiones conscientes y libres. Estas decisiones configuran nuestro espíritu y nos colocan en la estructura del Reino de Dios que es el Cuerpo de Cristo. Más bien, somos el material del reino de Dios y es cómo nos relacionamos en fidelidad y amor con Dios y con el prójimo que nos forma y nos coloca en este reino. La construcción del Reino de Dios comienza en el aquí y el ahora con cada decisión que hacemos. Cuando estas decisiones se hacen con amor y fidelidad hacia Dios y hacia el prójimo, estamos colocándonos en una relación constitutiva de una realidad que se llama el Reino de Dios. Así comenzamos a pertenecer al Reino de Dios que es el Reino de la Vida y que no desaparece con la muerte. ¡Resulta que estamos experimentando los primeros pasos de vivir en el cielo mientras que estamos todavía aquí en la tierra!

El testimonio de Jesús y las Sagradas Escrituras,especialmente el Nuevo Testamento, nos trazan el camino a nuestra plenitud y felicidad. Pero el caminar es de nosotros porque la dignidad de nuestra naturaleza nos capacita hacer decisiones conscientes y libres. Como san Pablo sabía, es por relaciones formadas por la fe y expresadas en amor que entramos
en unión con Cristo Jesús. Esta unión comienza en esta vida y perdura después de la muerte. Esta unión con Jesús es el culmen de nuestros deseos, es nuestra plena vida y felicidad, ¡que es ya vivir en el cielo!

Su hermano en Cristo Jesús,

Fray Guillermo Trauba, capuchino