DE LAS CARTAS DE PADRE PÍO: DIOS EN LA PRUEBA 

 

Escrito por : Fr. Guillermo Trauba OFMCap. 

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Muy estimados Amigos de Padre Pío,

¡Paz y bien!

Ya estamos corriendo por el segundo mes de este año nuevo. Pero ¿adónde? Si corremos sin saber adónde queremos llegar andaremos como vagabundos sin sentido en este mundo. ¿A poco nuestra vida nos fue dada para desperdiciarla así? Entonces, me pregunto, ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Qué o quién dirige mi vida? ¿Dios es una autoridad que me guía? Si mi meta no es la vida eterna estoy perdiendo mi tiempo porque viene la muerte y me consumirá completamente. Entonces, ¿adónde voy con mis luchas, preocupaciones y propósitos?

Padre Pío siempre mantenía a Dios como su luz interior y se orientaba según la sed insaciable por Dios que le devoraba su corazón. Padre Pío comparte estos sentimientos con sus hijas espirituales, Antonieta Vona y compañeras, en su carta a ellas fechada el 2 de enero de 1918. Padre Pío ya tenía 31 años:

Les recomiendo vivamente: preocúpense de hacer sus pobres corazones cada día más gratos a nuestro Maestro y de actuar de modo que el presente año sea más fértil en obras buenas que el pasado; ya que, conforme pasan los años y la eternidad se nos acerca, es necesario redoblar el entusiasmo y elevar nuestro espíritu a Dios, sirviéndole con mayor diligencia en todo aquello a los que nos obligan nuestra vocación y la profesión cristiana. Sólo esto nos puede hacer gratos a Dios; sólo esto nos puede hacer salir libres del gran mundo que no es de Dios y de todos nuestros enemigos; sólo esto, por tanto, nos puede hacer llegar al puerto de la salvación eterna.

Afrontemos también las pruebas de la vida presente, a las que la divina providencia nos irá sometiendo; pero no nos desanimemos ni nos angustiemos; combatamos como valientes y recibiremos el premio que Dios ha reservado a las almas fuertes. Recuerden, hijas, las palabras que el divino Maestro dirigió un día a sus discípulos y que hoy se las dice a ustedes: “No se turbe vuestro corazón”. Sí, hijas, no se turben sus corazones en el momento de la prueba, porque Jesús ha prometido su real asistencia a quien le sigue. … Jesús haga que sus corazones sean cada vez más suyos.

¿Por qué no seguimos más dócilmente estos consejos de Padre Pío? Parece que hemos perdido el “norte” de nuestra vida al no tomar en cuenta la autoridad que tiene Dios. ¿Por qué esta tendencia moderna? Puede ser que entramos en tanto desorden hoy en día porque tenemos más opciones y habilidades que nunca hemos tenido en la historia humana y que esto nos da un sentido ilusorio de poder y de oportunidad, de tal manera que pensamos que ya no necesitamos a Dios ni a ninguna religión; que no necesitamos que ninguna autoridad nos diga lo que debemos hacer o cómo debemos vivir. Pensamos que estamos progresivamente siendo liberados por la ciencia y la tecnología de nuestra dependencia de las costumbres y tradiciones de antes. Fácilmente la persona moderna puede presumir que los pobres y poco educados necesitan la religión para tener estabilidad y dirección en sus vidas, pero ahora tenemos los medios de trazar el futuro por nuestra propia mano. Pero ¿Adónde vamos?

Este escenario que lleva el perfil de la persona moderna es una tragedia en marcha. La creencia popular que los logros de la ciencia y de la tecnología nos va a suplir la autoridad de Dios es ilusorio y peligroso para el desarrollo del individuo y el de la sociedad. ¡Los logros de la ciencia y de la tecnología no son malos sino son demasiado buenos! Nos ofrecen opciones y una libertad para realizar nuestros deseos que suela sobrepasar nuestra responsabilidad de medir consecuencias y de emplear medios prudentes. Primero, los efectos de esta euforia ante las nuevas posibilidades ofrecidas por la ciencia y la tecnología se ven en los nuevos valores que vuelvan alrededor de placeres inmediatos sin medir sus consecuencias, en las metas de corto plazo que elegimos que suelen ser meramente materialistas y temporales. En segundo lugar, Dios, la religión y los valores tradicionales son relativizados a la moda de la cultura moderna de tal manera que están vistos como artefactos de una época ya caducada. En tercer lugar, la persona así moderna tiende a ser muy egocéntrica. El imperio del “yo” se manifiesta como el nuevo rey y razón de ser. Resulta intolerancia de dolor, falta de comprensión y de simpatía por opiniones inconformes a las suyas y poca compasión por los que sufren.

¿Adónde vamos? A veces, la soberbia parece ocultar la luz de nuestra esencia de seres humanos. Se puede llegar a pensar que solamente la muerte frenará la locura humana de crear su propio infierno aquí en la tierra.

Sin embargo, Dios a pesar de ser repetidamente pisado y malentendido, es paciente y misericordioso. Dios continúa amándonos y conserva la esperanza de que aprendamos a creer en él, de que nos demos cuenta de que sin él no podemos hacer nada, y que en él todos nuestros anhelos serán realizados. Así espera Dios que aprendamos a ser verdaderamente sus hijos e hijas y participar en su infinitud por toda la eternidad. Con los consejos de Padre Pío procuremos recuperar a Dios como guía en nuestras vidas y retomar el testimonio de Jesús para fomentar una sana lucha para realizar nuestro destino de ser felices y plenos en su corazón.

Su hermano en Cristo,

Fray Guillermo Trauba, capuchino